Monday, May 20, 2019

Rarezas tintinescas: La primera versión en color de LA ISLA NEGRA (1943)

Una de las aventuras de Tintín que han gozado de mayor popularidad y de traducciones a más lenguas es La isla negra, y reconozco que se encuentra entre mis entregas favoritas de la serie y la he leído y releído en innumerables ocasiones. Es también uno de los títulos que más transformaciones sufrieron a lo largo de los años; de hecho, la versión que todos conocemos hoy en día es la última, publicada en la década de los 60, unos 25 años después de la primera versión en blanco y negro que apareció serializada en el Petit Vingtième en 1937-38 y que Casterman publicaría en forma de álbum poco después. Como todas las primeras aventuras de Tintín que originalmente se crearon sin color, Hergé redibujó y coloreó La isla negra en 1943, reduciendo a la mitad el número de páginas, con todo lo que eso significaría para una de las tramas de acción detectivesca más dinámicas entre las creadas por el dibujante belga. Pero la cosa no quedó ahí: cuando la editorial británica Methuen & Co. decidió finalmente publicar esta aventura con destino al mundo anglosajón en 1966, los responsables de la compañía solicitaron a Hergé que modernizara varios elementos que aparecen en la historia porque les parecía que visualmente había quedado un tanto desfasada. Hergé aceptó, al parecer sin rechistar, y envió a su colaborador Bob de Moor a Inglaterra para que tomase croquis y apuntes gráficos que posibilitasen la modernización que los editores ingleses deseaban. Desde luego, esta nueva revisión de la aventura está mucho más acorde con el momento histórico en el que se publicó, si bien no está exenta de ciertas incongruencias: en particular, la escena en la que Tintín se topa en la isla escocesa con un televisor, aparato mucho más común en los años 60 que en los 30, y que en la versión de 1943 recibía imágenes en color mientras que en la de 1966, curiosamente, las emitía en blanco y negro. Por fortuna, en 1986 la editorial barcelonesa Juventud sacó al mercado una traducción al español de la primera edición coloreada, cuya portada original aparece en la parte superior de esta entrada. El cotejo de esta versión con la más difundida realizada en los años 60 es fascinante, no tanto por diferencias en la trama—que no las hay—, sino porque nos da una idea muy precisa de la evolución artística que había experimentado Hergé en los más de veinte años que separan estas dos revisiones en color de una de las entregas más memorables de la saga tintinesca.

Hergé y su colaborador Bob de Moor.

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